¿Debes mencionar tu diagnóstico de cáncer cuando estás aplicando para un empleo? Lo más importante que debes saber antes de responder esta pregunta es que no estás obligada a revelar tu historia de cáncer a un posible empleador —ni en tu aplicación, ni en tu carta de presentación, ni durante las entrevistas—. Decidir si contarlo o no es una elección muy personal, porque tu historial médico es eso: personal. Sin embargo, no significa que tomar esta decisión sea fácil.
Para decir qué es lo correcto para ti, querrás pasar algún tiempo pensando en estas cosas clave: tu situación específica, tus necesidades, y los pros y contras de compartir o no compartir la información. Tendrás que pensar cuál opción es la más apropiada y auténtica para ti.
Abajo hemos hecho una lista de los varios pasos del proceso de buscar un trabajo y algunas cosas que debes considerar cuando piensas en cada uno.
Aplicaciones de trabajo
No es raro que ciertas aplicaciones de trabaja incluyan preguntas “opcionales” acerca de factores demográficos (por ejemplo, preguntas sobre tu raza, edad, género). Tienes todo el derecho de no contestar estas preguntas. Otra pregunta opcional que a veces aparece en la aplicaciones es: “¿Tienes una discapacidad?”. Si decides que prefieres no contestar a la pregunta de la discapacidad —que, una vez más, es completamente tu decisión— entonces es una buena idea que no contestes ninguna de las preguntas opcionales. De esa manera, el director de contratación no quedará con la duda de por qué decidiste no contestar solamente a la pregunta relacionada con la salud, y así no pensará que quizás tienes algo que esconder.
Cartas de presentación
Una carta de presentación es como un “pitch” de ventas que presenta un breve resumen de tu experiencia y calificaciones, y los relaciona con el trabajo específico al que estás aplicando.
Unas cuantas cosas que debes tener en mente sobre las cartas de presentación:
Primero, dependiendo del trabajo, un director de contratación recibe cientos de cartas de presentación. Por esto, no es probable que el o ella tengan tiempo de darle a tu carta una leída cuidadosa; es más factible que le den un vistazo rápido.
Segundo, junto a tu hoja de vida, una carta de presentación es la que hará que te den una oportunidad. En ese caso, la verdad no hay necesidad (ni espacio) para hablar sobre tu diagnóstico de cáncer. La meta de estos dos documentos es que te den una entrevista, así podrás averiguar más sobre la posición y la compañía, y para que el director de contratación pueda conocerte mejor.
Tercero, una carta de presentación es un documento estático que un empleador lee para decidir si tomaran el tiempo para conocerte en persona (o por teléfono o Skype). Si haces referencia a tu cáncer en ese documento, no estarás ahí para explicarle al empleador sobre la noticia de tu diagnóstico; tampoco podrán hablarte cara a cara y así poder ver que tan listo estás o tu capacidad para el trabajo.
Si tienes un lapso significativo en tu hoja de vida que representa un periodo de tiempo cuando no trabajaste —digamos mientras recibías tratamiento— y sientes que debes mencionarlo en tu carta de presentación, considera escribir algo como: “Después de un periodo de responsabilidades familiares, volví a estudiar para refrescar y actualizar mis habilidades de contabilidad. Viendo como han cambiado las normas y regulaciones de contabilidad en los últimos cinco años, este entrenamiento fue oportuno y muy relevante”. De esa manera, podrás adelantar cualquier pregunta que el empleador pueda tener acerca del tiempo durante el que no trabajaste.
Las entrevistas
Si te ves diferente a causa del cáncer, puede que te preocupe que tu apariencia física pueda ser un problema durante tu entrevista. La ley federal de los Estadounidenses con Discapacidades (Americans with Disabilities Act o ADA, por su nombre y siglas en inglés) y las leyes estatales de empleo justo prohíben que la mayoría de los empleadores le pregunten a un solicitante acerca de una discapacidad antes de ofrecerle trabajo. Sin embargo, un empleador sí te puede hacer preguntas acerca de cómo podrás cumplir con las “funciones esenciales” de tu trabajo y cómo desempeñarías estas funciones. Por ejemplo, digamos que usas un parche sobre tu ojo; el entrevistador no te puede preguntar por qué usas un parche, pero sí te puede preguntar acerca de tu habilidad de leer palabras en una pantalla de computadora o mirar muestras bajo un microscopio, asumiendo que estas dos cosas sean consideradas parte de las funciones esenciales de la posición a la cual estás aplicando.
Claro que simplemente porque un posible empleador no esté supuesto a preguntarte sobre tu salud no quiere decir que él o ella no lo harán; así que siempre es una buena idea pensar en cómo vas a afrontar tales preguntas. ¿Contarás tu diagnóstico? ¿Le dirás al encargado de contratación que es ilegal preguntarte eso? Sea lo que sea que decidas, solo asegúrate de pensar bien en tus respuestas antes de ir a la entrevista para que así te sientas en control y preparado para cualquier pregunta que el entrevistador te haga. Y considera usar una técnica llamada El Giro (The Swivel), que puede ser útil para mantener o recuperar el control de la conversación.
También es importante tener en mente que las entrevistas son una oportunidad para que el empleador y el candidato se conozcan mejor. Es tu chance para obtener una mejor idea del trabajo y qué se esperará de ti, así como de la organización y su cultura.
Lo más importante: Si estás empezando a buscar trabajo después del tratamiento del cáncer, piensa muy cuidadosamente acerca de cada paso del proceso y si es necesario, apropiado y/o útil revelar información sobre tu cáncer. Porque si decides compartir esta información personal, lo querrás hacer estratégicamente.
Finalmente, recuerda que siempre puedes compartir información después —incluso después que ya has sido contratado y has empezado tu nuevo trabajo— una vez más, solo si piensas que es necesario.